sábado, 16 de septiembre de 2017

Una filosofìa propia



     Todo el mundo tiene una filosofía de la vida pero pocos de nosotros gozamos del privilegio o el tiempo libre necesario para sentarnos a esclarecer sutilezas.  Tendemos a irlo haciendo sobre la marcha.  La experiencia es una gran maestra, pero también precisamos reflexionar sobre nuestras experiencias.  Necesitamos pensar con una postura crítica, buscando pautas de conducta y situándolo todo en el contexto general para abrirnos camino en la vida.  Comprender nuestra propia filosofía puede ayudarnos a evitar, resolver o abordar muchos problemas.  Nuestra filosofía también puede ser el origen de los problemas que padecemos, de modo que debemos evaluar las ideas que sostenemos para modelar un punto de vista que obre a favor nuestro, no en contra. [...]

     Pese a la fama que ostenta, la filosofía no tiene por qué resultar intimidante, aburrida o incomprensible.  Gran parte de lo que se ha escrito sobre el tema a lo largo de los años sin duda encaja en una o más de estas categorías pero, en el fondo, la filosofía investiga las cuestiones que todos nos preguntamos.  ¿Qué es una buena vida?  ¿Qué es el bien? ¿En qué consiste la vida?  ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué debería obrar correctamente? ¿Qué significa obrar correctamente?  No son preguntas fáciles y sus respuestas tampoco lo son; de lo contrario, no seguiríamos dándoles vueltas una y otra vez.  Dos personas distintas nunca llegarán automaticamente a las mismas respuestas.  No obstante, todos contamos con un conjunto de principios como punto de partida, tanto si somos conscientes de ellos y podemos enumeralos como si no.

     Lo mejor de disponer de miles de años de pensamiento en los que inspirarse es que muchas de las mentes más sabias de la historia han profundizado en estos asuntos y nos han cedido un legado de ideas y directrices que cabe aprovechar.

MARINOFF, LOU.  Más Platón y menos prozac.  Madrid, 2001, Suma de letras Ed.     

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